Kohell: De memoria

Pablito, se llamaba.

Sabía hacer media docena de dibujos de memoria, no fallaba una línea, nadie hacía la Virgen del Pilar como Pablito (la misma que estaba en el calendario de mi casa), nadie hacía los leopardos como Pablito...el mismo leopardo, una y otra vez, como hecho con un cuño. Y tu decías "es copiado", y algún esbirro decía "¿de dónde? ¿no ves que lo está haciendo sin copiar?", "porque lo sabe de memoria, que lo haga en otra postura", "no me da la gana", "no le da la gana, hazlo tú en ésta", "yo no me lo sé de memoria", "no, es que tú dibujas peor"... y así hasta la náusea, la náusea de ver a personas cerradas a la razón. Era más fuerte que yo, el deseo de abrirles la cabeza para que entrase el aire.

Pero luego encontré al leopardo, en la portada de un tebeo. Y al águila, en una reedición de la Enciclopedia Álvarez. Y el gorila, en la copia de una copia de un grabado del siglo XIX. Y aquel exquisito avión en perspectiva, en un viejo manual de dibujo. Tampoco fue difícil conseguir un calendario de la Virgen del Pilar. Y con mi dossier y mis treinta años recién cumplidos me fui al bufete donde trabajaba Pablito. Mi venganza se consumaba.