Saturday, March 11, 2006

Ignacio: El sueño y la espera


—Ay, ay, ay. Petra, ¿estás ahí?

—Claro que estoy aquí, ¿dónde quieres que vaya? ¿Qué te pasa? ¿Has vuelto a soñar?

—Sí, ay, qué impresión. He soñado con guerra, con bombardeos aéreos, con incendios. Con niños que lloraban, que pedían auxilio desde casas en llamas. Creí que lo estaba viviendo. Ha sido horrible. Petra, ¿por qué sueño?

—No lo sé, Felipe. Yo, mira, estoy aquí tumbada, y no he tenido ningún sueño desde que estamos juntos. Te escucho, te contesto, y cuando no, me hundo en un reposo oscuro y fresco. No sé por qué te pasa eso; pero algunos de los sueños que me cuentas son tan hermosos, tan llenos de vida.

—Sí, pero otros, como éste son horrendos. Te envidio, la verdad. Son tan horribles que pienso si no serán una señal, un aviso. Algo tienen que ser: no es normal que sueñe alguien en mi situación. Tal vez son un presagio de cosas por venir.

—¿Y qué puedes hacer tú? Tú te crees que Dios (si es que ha sido Dios) te ha enviado estas señales para que luego tú no puedas hacer nada ¡Estamos muertos! ¡Hace años que reposamos tumbados en estas fosas! Tómatelo con calma, deja pasar el tiempo lo mejor posible hasta que venga lo que tenga que venir. No esperes nada. Simplemente, espera.

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