Kohell: El juguete
Abrió el regalo, con cuidado primero, con una gran explosion de júbilo después, y esparció, en un caos creciente, las piezas por el suelo del salón. Era un hermoso juego de construcciones, con muchísimas posibilidades, nada de esos juegos con piezas tasadas en forma y número, con el que sólo puedes fabricar tal o cual cosa. En éste, no había más guía que un pequeño papel con algunas nociones básicas y las instrucciones de ensamblado de las minúsculas partes. A partir de ahí, las combinaciones eran innumerables. Eso era bueno. Aun tendría que hacer pruebas, hasta que saliese algo a a su gusto, un poco de orden en el desorden general.
Lo primero, decía el papel, es separar la Luz de la Oscuridad...
Y siguió probando, y jugando, y extraviando las primeras piezas bajo algún mueble. Ya todos sabemos, que el destino de estos juegos es que las piezas se vayan perdiendo gradualmente, hasta que no quede nada.
Lo primero, decía el papel, es separar la Luz de la Oscuridad...
Y siguió probando, y jugando, y extraviando las primeras piezas bajo algún mueble. Ya todos sabemos, que el destino de estos juegos es que las piezas se vayan perdiendo gradualmente, hasta que no quede nada.
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