Saturday, March 11, 2006

R. M.: La solución de Rusty


El gran cazador blanco avanzaba con astucia por la selva, con su fusil preparado y dispuesto a dispararlo contra la primera alimaña que se encontrase, cuando oyó que alguien le chistaba.

Asombrado, pues creía encontrarse solo, miró a su alrededor sin ver a nadie. Grandes árboles con largas lianas colgando le rodeaban, pero ni una persona cerca, y no obstante, seguía oyendo cómo alguien chistaba. Pensó que quizá sería algún extraño pájaro, cuando, de repente, apareció ante él un mono haciéndole señas amistosas. El mono se le acercó, le dijo algo al oído y el gran cazador blanco asintió.

Desde ese día, Rusty compagina su vida en la selva con un trabajo en la oficina del cazador. Su horario en la oficina es de 9 a 1 y se pasa la mañana ordenado papeles. No cobra nada por trabajar de escribiente, pero de ese modo logra paliar en parte su nostalgia, se siente útil y vive en la selva con su familia, lo que siempre había deseado.

Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.

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