Saturday, March 18, 2006

Spiff: El verano que aprendí a silbar


...vi a un perro persiguiendo a un gato. El gato corría y el perro detrás. El instinto y la naturaleza, como perro y gato... Hasta que, en contra de lo previsto, el gato se dió cuenta de su condición. Y, ya harto, frenó en seco y se giró. El perro, desconcertado porque eso no estaba en el guión, se paró también. Manteniendo las distancias se limitaba a mirar al felino, sin atacar.

En ese instante sentí (lo pienso ahora) que el gato había jodido la función. Que su minúsculo acto contenía la destrucción del mundo entero; que ahí estaba el inicio de otra cosa, de otro orden en el que yo (y tantos como yo) también podía ser gato y se iban a enterar. Segundos después el animal giraba de nuevo y volvía a correr. Y el perro detrás.

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