Saturday, March 11, 2006

Doctor Slump: Licantropía

Estoy maldito.

Soy el menor de siete hermanos. ¿Lo entendéis? Soy el séptimo hijo varón y estoy maldito.

He vivido siempre con la sombra del mito amenazándome, intentando huir de la leyenda. Pensé, pobre iluso, que quizás podría apaciguar a la bestia interior que sabía dormida en mí, que la disciplina vencería al demonio agazapado, que lograría ser más fuerte que mi otro yo.

Ya desde pequeño me impuse una vida de autocontrol, rígida y castrante. Cercenando los sentimientos, siempre serio y circunspecto, crecí como un extraño para mis semejantes; aparentemente frío y distante frente a los demás, sólo yo conocía la lucha que se libraba de puertas adentro, las cadenas con las que sujetaba a la fiera. Los compañeros no me entendían y se burlaban. Solo y aislado fueron pasando los años; dejé atrás la niñez y la adolescencia, y llegué a la mayoría de edad, la fecha señalada.

Él resultó ser el más fuerte de los dos. Se liberó.

El resto ya os lo podéis imaginar. De vez en cuando me despierto en lugares desconocidos, con el cuerpo magullado y la cabeza a punto de estallar, incapaz de recordar qué he hecho, rezando -qué ironía- por que no haya causado daño a nadie. Y es que ciertas noches me transformo en una alimaña, un ser sediento de sangre, violento e irracional, ansioso de carne. Con espumarajos en la boca siento unos deseos irrefrenables de morder a jóvenes, de arañarlas, de comerme a chicas, de...

Sólo la luz del sol hace retroceder al animal. La luz del sol y la plata.

Estoy maldito.

Algunas noches me convierto en hombre-bobo. Al menos hasta que cierran los bares o se me acaba la plata.

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